30-07-2012
Literatura y dinamita. Nos vamos tras la estela de los nihilistas rusos y los revolucionarios del paso del siglo XIX al XX. Entre los aspavientos delirantes de los siete locos, los lanzallamas de Roberto Arlt, tratamos de seguir la llamada de Leónidas Andréiev, de quien buscamos saber algo más con J.E. Zúñiga y acercarnos al destino de sus siete ahorcados. Recordamos que otro transgresor vital a su modo estuvo a punto de atravesar la agonía del ajusticiamiento: Dostoievsky. Stefan Zweig lo narra. «Poblar cerebros, más que aplastarlos», era el deseo del anarquista Rafael Barret mientras reflexionaba sobre la violencia política. Ese es el concepto con el que maniobramos hoy, esa dinamita cerebral. Gracias a la inmensa revista «Vacaciones en Polonia» hacemos un primer acercamiento a los orígenes del término «nihilismo» aplicado al pensamiento y la acción revolucionaria en la Rusia de entonces: empezamos con la noticia de «Padres e hijos» de Turgueniev y la semana que viene continuaremos con otros. A través de Malraux y su «condición humana» conocemos las dudas y aspiraciones metafísicas de un grupo de terroristas en la China. Y al final, conscientes de que en la próxima edición tendremos a Savinkov, Wilde, Camus y otros, rescatamos a una autora presa en la antigua URSS con uno de sus más bonitos poemas. La mecha sigue encendida.
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